martes, 31 de julio de 2018

Frase del día: De qué se hacen libros, según Eco

"Solo se hacen libros sobre otros libros y en torno a otros libros."

Umberto Eco, en "Apostillas a El nombre de la rosa".

Entre esto y lo de que toda la filosofía es una nota al pie de página de Platón, ¿dónde ha ido a parar la originalidad en el pensamiento?.

martes, 10 de julio de 2018

Ilíada: batallar y morir

"¡Tierno amigo! ¡Ojalá por sobrevivir a esta guerra fuéramos
a hacernos para siempre incólumes a la vejez y a la muerte!
¡Tampoco yo entonces lucharía en primera fila
ni te enviaría a la lucha, que otorga gloria a los hombres!
Pero como, a pesar de todo, acechan las parcas de la muerte
innumerables, a las que el mortal no puede escapar ni eludir,
¡vayamos! A uno tributaremos honor o él nos lo tributará."

"Ilíada", Homero. XII, 322-328.
Traducción de Emilio Crespo, editorial Gredos.

La "Introducció a la Ilíada", extraordinaria, de Jaume Pòrtulas, me ha hecho recuperar este fragmento, uno de los más famosos del texto.

martes, 13 de marzo de 2018

Definición de la literatura por Borges

"La literatura es la diversa entonación de unas cuantas metáforas."

Jorge Luis Borges

No he podido resistirme a copiar esta frase, tan apropiada para un blog de Literatura como este.

miércoles, 10 de enero de 2018

Entre la inquietud y el aburrimiento, Louis Bériot

"El hombre actual ha nacido bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento."


No suelo tomar frases de diarios, pero esta de la contra de La vanguardia de hoy me parece brillante. 

jueves, 2 de noviembre de 2017

T.S. Eliot y la poesía

"La poesía no es dar rienda suelta a la emoción sino un escape de la emoción; no es la expresión de la personalidad. Pero, naturalmente, solo aquellos que tienen personalidad y emociones saben lo que es desear librarse de estas cosas."

T.S. Eliot

viernes, 27 de octubre de 2017

Poe y la felicidad

"Leyendo a Edgar Allan Poe descubrimos las cuatro condiciones de la felicidad: la vida al aire libre, el amor hacia un ser, el desapego de toda ambición y el ideal de crear."

Mauricio Wiesenthal, "Libro de réquiems", editorial Edhasa.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Nietzsche y el propósito de la vida

"Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo".


domingo, 3 de septiembre de 2017

Leer a Proust

"¿Quién es más grande, Mann o Proust? Evidentemente, me refiero sólo al siglo XX. En realidad es Proust. ¿Ha leído alguna obra suya? ¿¿¿Sólo A la sombra de las muchachas en flor??? ¿Cómo es que no ha empezado por el principio? Lo esencial es no devorarlo, no leer mucho de un tirón. Hay que leerlo del mismo modo que yo estudio un pasaje difícil: muchas veces y muy lentamente. 
   Ahora le traeré Swann, en primer libro. Me lo regaló el traductor Liubímov.

Al poco, en la última página de Swann se podía leer la siguiente inscripción alargada: "Entrego este libro como regalo. Ahora pertenece a Yura, que cada día leerá una página".

Yuri Borísov, "Por el camino de Richter", editorial Acantilado.



sábado, 26 de agosto de 2017

Lord Byron, afortunado de su tiempo

"Si uno piensa que en la misma época que corre por París, convertido en un folletinista de baja categoría, el genio Balzac; si uno piensa que Stendhal -el hombre más inteligente del siglo, junto con Goethe- anda rodando con los ejércitos de Napoleón, sin poder darse a conocer como escritor; si uno piensa que Heine, el espíritu más lúcido de la Alemania romántica, ha tenido que abandonar su patria para vivir como un vagabundo en París; si uno piensa que Hölderlin, el poeta más creador del siglo XIX, se va a morir anónimo y loco a orillas del Neckar; y si consideramos el panorama literario del momento, no cabe duda que el triunfo de Childe Harold fue una jugada de suerte de Byron."

Mauricio Wiesenthal, "Libro de réquiems", Ed. Edhasa.

domingo, 13 de agosto de 2017

LAS AVENTURAS DE TOM SAWYER, de Mark Twain

 
     Llegó el sábado por la mañana y todo el mundo relucía y vibraba con el verano, rebosante de vida. De cada corazón brotaba una canción, y si los corazones eran jóvenes, la canción se entonaba con las bocas. Todas las caras estaban animadas y todos los pasos eran decididos. Las acacias blancas estaban en flor, y su fragancia llenaba el aire.
     El monte Cardiff, más allá de la aldea, reverdecía por encima de ella y se hallaba lo bastante lejos para parecer una Tierra Prometida, de ensueño, de reposo, acogedora.
      Tom apareció en la acera con un cubo de lechada para blanquear y una brocha de mango largo. Estudió la cerca y perdió todo rastro de alegría, mientras una honda melancolía le invadía el espíritu. Treinta metros de valla, de tableros de casi tres metros de alto. La vida le pareció vacía, y la existencia, una carga. Con un suspiro humedeció la brocha y la pasó por la tabla más alta; repitió la operación; volvió a repetirla; comparó la diminuta franja blanqueada con el inmenso continente de cerca sin blanquear y se sentó desalentado en una pequeña valla que protegía un árbol. Por la puerta salió corriendo Jim con un cubo en la mano y cantando "las chicas de Buffalo". Hasta entonces, Tom siempre había pensado que acarrear agua desde la fuente pública era un trabajo horrible, pero ahora no se lo parecía. Recordó que en la fuente encontraba compañía. Siempre había chicas y chicos blancos, mulatos y negros haciendo turno, descansando, cambiando juguetes, discutiendo, peleándose, divirtiéndose. y recordó que aunque la fuente estaba a sólo ciento cincuenta metros, Jim nunca tardaba menos de una hora en volver con un cubo de agua, y que incluso casi siempre había que enviar a alguien a buscarlo. Tom dijo:
     -Oye, Jim, si encalas un poco te voy a buscar el agua.
Jim negó con la cabeza y respondió:
     -No, amito Tom. El ama grande me ha dicho que vaiga a buscar agua y que no pierda el tiempo con naide. Dice que seguro que el amito Tom me dice que me ponga a encalar y me dice que yo haga lo que me manda ella. Me dice que ya ella se encarga de to lo del encalar.
      -Qué más da lo que diga, Jim. Siempre habla igual. Dame el cubo...no tardo ni un minuto. Ella ni se va a enterar.
      -No me atrevo amito Tom. Si se entera el ama grande me arranca la cabeza. Toy seguro.
      -Esa! Ésa nunca le hace nada a nadie: un coscorrón con el dedal, y ya me dirás qué daño hace eso. Habla mucho, pero perro ladrador...Menos cuando se pone a gritar. Jim, te doy una canica. Una canica gorda de alabastro!
      Jim empezó a titubear.
     -De alabastro, Jim! y de las gordas.
     -Huy! Ende luego que es una canica de miedo! Pero, amito Tom, me da mucho miedo que si el ama grande...
     -Y encima te enseño la herida del dedo gordo del pie.
      Jim era humano...aquello era demasiado para él. Dejó el cubo en el suelo, cogió la canica de alabastro y se inclinó a contemplar el dedo gordo absorto, mientras Tom iba quitándose la venda. Al cabo de un momento Jim iba corriendo por la calle con el cubo en la mano y el trasero ardiéndole, Tom encalaba con gran vigor y la tía Polly se retiraba del terreno con una zapatilla en la mano y el brillo del triunfo en la mirada.
       Pero a Tom no le duró la energía. Empezó a pensar en todas las diversiones que había planeado para aquel día y su pesar se multiplicó. Pronto llegarían los chicos que estaban libres corriendo hacia todo género de expediciones maravillosas, y se iban a reír de él como locos por estar trabajando; sólo de pensarlo le temblaba todo el cuerpo. Sacó todas sus riquezas y las examinó; trozos de juguetes, canicas y un revoltijo de cosas; suficiente para negociar un intercambio de trabajo, quizá, pero ni la mitad de lo necesario para comprar ni media hora de libertad total. Así que volvió a meterse en los bolsillos sus magros recursos y renunció a la idea de sobornar a los muchachos. En aquel momento sombrío y desesperado le llegó la inspiración! Nada menos que una inspiración grandiosa y magnífica!
       Agarró la brocha y se puso al trabajo tranquilamente. Al cabo de un rato apareció Ben Rogers: precisamente, de todos los muchachos era el que más temía que se burlara de él. Ben avanzaba dando triples saltos, lo cual demostraba que estaba muy animado y que tenía grandes planes. estaba comiéndose una manzana, y de vez en cuando profería un grito largo y melodioso, seguido de un profundo "ding-dong-dong, ding-dong-dong", pues estaba imitando un vapor fluvial. Al irse acercando, redujo velocidad, viró al medio de la calle, se inclinó mucho hacia estribor y orzó lentamente con gran pompa y circunstancia, pues estaba representando al Gran Missouri y había de considerar que tenía un calado de nueve pies. Era, al mismo tiempo, barco, capitán y campaña de señales, de forma que había de imaginarse en la toldilla superior dando las órdenes y ejecutándolas:
       -Alto, piloto! Ding-ding! -Se quedó casi parado y fue acercándose lentamente a la acera.
        Tom siguió encalando, sin prestar atención al vapor.Ben miró un momento y dijo:
       -Je, je, je! Te han fastidiado, eh?
        Silencio. Tom observó su último retoque con mirada de artista; después aplicó otro brochazo lánguido y contempló el resultado, igual que antes. Ben atracó a su lado. A Tom se le hizo la boca agua al ver la manzana, pero siguió con su trabajo. Ben añadió:
       -Diablo, chico! Tienes que trabajar, eh?
        Tom se dio la vuelta de golpe y respondió:
       -Hombre, eres tú, Ben! No te había visto.
       -Oye...yo me voy a nadar. Eso es. No te gustaría? Pero, claro, prefieres trabajar, eh? Claro!
        Tom se quedó mirando al chico un momento y le preguntó:
       -A qué llamas trabajar?
       -Bueno, eso no es trabajo?
        Tom siguió encalando y contestó muy tranquilo:
       -Bueno, a lo mejor sí y a lo mejor no. Lo único que sé es que a Tom Sawyer le va muy bien.
       -Eh, vamos, no me vas a decir que te gusta.
        La brocha seguía moviéndose.
       -Si me gusta? No sé porqué no me va a gustar. Es que no puede uno encalar una valla cuando le apetezca?
        Aquello colocaba las cosas en una perspectiva diferente. Ben dejó de mordisquear su manzana. Tom pasó cuidadosamente la brocha adelante y atrás; retrocedió un paso para ver el efecto; añadió un toque acá y allá; volvió a contemplarlo con ojo crítico. Ben observaba cada gesto e iba sintiéndose cada vez más interesado, cada vez más absorto. Al cabo de un momento dijo:
       -Eh, Tom, déjame encalar un poco.
        Tom se lo pensó; estuvo a punto de consentir, pero cambió de opinión:
       -No...no...no estaría bien, Ben. Mira, la tía Polly es muy especial con las vallas (ya entiendes, ésta es la que da a la calle), pero si fuera la de atrás a mi no me importaría, ni a ella. Sí, es muy especial con esta valla, hay que hacerla con mucho cuidado! No creo que haya un chico entre mil, ¡qué!, entre diez mil que sepa hacerlo bien.
       -No, eh? Vamos! Déjame probar. Sólo un poco. Si fuera yo, te dejaría, Tom.
        Ben, me gustaría, de verdad, pero la tía Polly...Mira, Jim quería encalar, pero no le dejó. Sid también, y tampoco le dejó. Comprendes mi problema? Si te pusieras a encalar y pasara algo...
       -Bueno, vamos, yo lo puedo hacer igual de bien. Vamos, déjame. Mira...te doy el corazón de esta manzana.
       -Bueno, mira...No, Ben, de verdad. Me da miedo que...
       -Te la doy entera!
         Tom le entregó la brocha con gesto de mala gana, pero contentísimo por dentro. Y mientras el antiguo vapor Gran Missouri trabajaba y sudaba al sol, el artista retirado se sentó en un tonel a la sombra de al lado, balanceó las piernas, se fue comiendo la manzana y proyectó la matanza de más inocentes. No faltaba material: a cada rato aparecían más chicos que llegaban a burlarse, pero se quedaban a encalar. Cuando Ben no dio más de sí, Tom le había cambiado su puesto a Billy Fisher por una cometa en buen estado, y cuando Billy no pudo más, lo sucedió Johnny Miller a cambio de una rata muerta y un cordel para tirar de ella...y así sucesivamente, hora tras hora. Y a primeras horas de la tarde, Tom había pasado de estar sumido en la pobreza por la mañana, a nadar literalmente en la riqueza. Además de las cosas ya mencionadas, poseía doce canicas, un pedazo de vibráfono casero, un trozo de cristal azul de botella para usar como lente, un carrete, una llave con la que no se abría nada, un pedazo de tiza, el tapón de vidrio de un decantador, un soldado de plomo, dos renacuajos, seis cohetes, un gatito tuerto, un picaporte de latón, cuatro cáscaras de naranja y un marco de ventana viejo.
          Entre tanto se lo había pasado muy bien y muy descansado con tanta compañía, Y la cerca tenía tres capas de lechada! De no habérsele acabado, habría arruinado a todos los chicos del pueblo.
          Tom se dijo que, después de todo, el mundo no estaba tan mal. Había descubierto, sin saberlo, una ley importantísima de la actividad humana: que para que un muchacho o un hombre deseen hacer algo, lo único que hace falta es que parezca difícil de lograr. Si hubiera sido un filósofo grande y sabio, como el autor de este libro, habría comprendido ya que el Trabajo es lo que uno está obligado a hacer, y el Juego es lo que no está obligado a hacer. Y ello le ayudaría a comprender por qué el el hacer flores artificiales o tirar de una carreta es trabajo, mientras que el derribar bolos o escalar el Mont-Blanc no es más que diversión. En Inglaterra hay señores muy ricos que conducen diligencias de cuatro caballos a distancias de veinte o treinta millas en una línea regular, durante el verano, porque el hacerlo les cuesta mucho dinero; pero si les ofrecieran un salario por prestar ese servicio, eso lo convertiría en un trabajo, y entonces renunciarían.
          El muchacho se quedó pensando un rato en el considerable cambio ocurrido en sus circunstancias mundanas, y después fue a casa a rendir informe.
 

jueves, 3 de agosto de 2017

Sobre esa cualidad tan frecuente y repugnante que es la afectación

Quien se detenga a contemplar a la muchedumbre que atesta las calles de una populosa ciudad verá a muchos transeúntes cuyos aires, gestos y movimientos le será difícil observar sin desdén y sin risa; ahora bien, si examina cuáles son las apariencias que tan poderosamente le resultan irrisorias, entre ellas no hallará la pobreza ni la enfermedad, ni tampoco defectos involuntarios o dolorosos. La propensión a la mofa y el insulto las despierta la superficialidad del lechuguino, la hinchazón del indolente, la vivacidad de quien peca de ligereza o la solemnidad de la falsa grandeza; el paso vivaz, el pavoneo suntuoso, la actitud arrogante, el semblante altanero, los gestos hechos para llamar la atención, las miradas elaboradamente amañadas para darse aires de importancia.

Samuel Johnson (1750),
citado en "Vida de Samuel Johnson", de James Boswell

lunes, 24 de julio de 2017

Frase del día: ...igual pero más pobres

"El valor de las buenas obras de erudición reside en lo que dicen, pero también en cómo lo dicen; su utilidad es su manera de acercarnos a unos mundos que sin ser nuestros nos pertenecen porque forman parte de una herencia sin la cual viviríamos igual pero seríamos más pobres."

José Enrique Ruiz-Domènec, introducción a "Introducción a la literatura griega" de C.M. Bowra.

domingo, 11 de junio de 2017

¿Cuántos libros tienes?



- Tengo muchos libros. Perdona, tenemos.
- Aquí hay cinco mil. Y siempre aparece el tonto de turno que entra y dice cuántos libros tiene usted, ¿los ha leido todos?
- ¿Y yo?, ¿qué contesto?
- Sueles contestar: ninguno, si no, para qué los tendría aquí, ¿acaso guarda usted las latas de carne tras haberlas vaciado? Los cincuenta mil que ya he leído se los he regalado a las cárceles y a los hospitales. Y el tonto se queda cortado.
Umberto Eco, La misteriosa llama de la reina Loana.

Sobre el amor a los libros os dejo un bonito artículo también de Umberto: Desear, poseer, enloquecer

Y por cierto, la primera vez que vi el video  me pregunté si él los habría leído todos :)

lunes, 19 de diciembre de 2016

Crítica y fragmento: "Marcel antes de Proust"

Me compré el otro día "Marcel antes de Proust", libro traducido y editado con muy poca gracia y dirigido a los ávidos incondicionales como yo que no podemos evitar todo lo que lleve el nombre del autor francés en la portada. En fin, una vez leído, sin mucho entusiasmo, creo que vale la pena compartir el que me ha parecido el mejor fragmento, y es que Proust ya era Proust antes de ser Proust.

"Las rebeliones de una juventud perturbada por las tendencias actuales son algo muy natural: existen en la literatura, la poesía, el teatro. Están latentes en el aire que respiramos, en la educación que recibimos. Y hace falta mucho carácter para resistirse a la corriente. Sin embargo, en literatura reconocemos de inmediato a aquel cuyos estudios clásicos son escasos, y que en su juventud habrá desatendido eso que nuestos padres llamaban las "humanidades"; asimismo, en la pintura reconocemos a quienes, al no haber estudiado lo suficiente, no tienen ningún recurso artístico más allá de la improvisación. En vano intentará olvidarlo aquel maestro de la escuela moderna: su mano, la maravillosa seguridad de su trazo y su ojo infalible nos recuerda que alguna vez obtuvo el Premio de Roma."

"Marcel antes de Proust. Textos recobrados de Le mensuel". Ediciones Godot, 2016.

viernes, 21 de octubre de 2016

Inicio de "Una temporada en el infierno", de Rimbaud

"En otro tiempo, si recuerdo bien, mi vida era un festín en el que todos los corazones se abrían, en el que todos los vinos corrían.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. -Y la encontré amarga. -Y la injurié.
Me he armado contra la justicia.
He huido. ¡Oh brujas, oh miseria, oh odio, a vosotros ha sido confiado mi tesoro!
He llegado a borrar en mi espíritu toda humana esperanza. Sobre toda alegría, para estrangularla, he ensayado la sorda acometida de la bestia feroz.
He llamado a los verdugos para roer, mientras perecía, la culata de sus fusiles. He invocado las plagas para ahogar con la arena, la sangre. La desgracia ha sido mi dios. Me he tendido en el barro. Me he secado en el aire del crimen. Y le he hecho buenas trampas a la locura.
Y la primavera me ha traído la risa abominable del cretino."

(Traducción de Gabriel Celaya. Visor Libros.)

Feliz cumpleaños, Arthur, sea cual sea ese infierno en que te encuentres.

"Rogad por él."


martes, 16 de agosto de 2016

Metáforas y fórmulas

"En un fragmento publicado por primera vez por H. Sembdner en 1959, Kleist proponía subdividir a los hombres en dos clases: los que se entienden por medio de metáforas y los que se entienden por medio de fórmulas. Los que se entienden por medio de ambas serían demasiado pocos para formar una clase. Parece como si en esta tipología se estableciese una alternativa. Pero de hecho no podemos replegarnos a una metáfora cuando son posibles las fórmulas. Podemos permitirnos la sobreabundancia de metáforas producidas por nuestra retórica sólo porque el rendimiento de las fórmulas define nuestro margen de acción para aquello que va más allá del mero aseguramiento de la existencia, y por lo tanto también para aquello que las metáforas nos ofrecen como superación del convencionalismo de las fórmulas, Las fórmulas garantizan ante todo la vinculación de estados iniciales de procesos con estados finales cualesquiera, sin presuponer objetividad empírica para el campo intermedio o para la totalidad. La inconceptuabilidad quiere más que la "forma" (en alemán "Form") de procesos o estados, quiere su "figura" (en alemán, "Gestalt").


Hans Blumenberg, "Aproximación a una teoría de la inconceptuabilidad", 1979.
Bernar Vernet, "The homology (cohomology) sequence of a pair (X, A), acrílico sobre pared, 2001.

jueves, 11 de agosto de 2016

Ser o no amado


"Ni yo, ni nadie, podemos actuar como si no existiera ninguna diferencia entre que nos amen o no, como si la reducción erótica no instaurara una diferencia capital, como si tal diferencia no fuera más diferente que todas las otras y no las volviera a todas ellas indiferentes. ¿Quién puede sostener honestamente que la posibilidad de ser amado u odiado no le concierne para nada? Hagamos la prueba: el mayor filósofo del mundo, apenas empieza a caminar sobre esa cuerda, cede ante el vértigo. Y además, ¿cuál es la coherencia de pretenderse humildemente no egoísta frente a la reducción erótica mientras se alardea sin vacilación ni temor ejerciendo la función imperial de un ego trascendental? E inversamente, ¿con qué derecho tildar de egoísmo al ego que confiesa honestamente que carece de seguridad y se expone sin reservas en otro lugar, que puede no conocer y que en todo caso nunca puede controlar?"



Jean-Luc Marion, "El fenómeno erótico"
René Magritte, "Los amantes"


[Éste, como otras entradas que seguirán, es un texto con imagen que nuestro profesor favorito (conocido por aquí con el exótico nombre de "Joan") ha tenido a bien compartir en su Facebook. Mejor no preguntéis por qué no los pone en la Pedantoteca directamente; en cualquier caso, yo me encargaré de ir haciéndolo.]

lunes, 30 de mayo de 2016

Texto sobre el Juan de Mairena encontrado que había olvidado

"Estoy disfrutando, y mucho, el Juan de Mairena de Antonio Machado. Me lo recomendó un hematólogo humanista hace como tres años estando juntos en un congreso médico en Estados Unidos, hartos ya de tantas horas de no hablar más que de células sanguíneas y sus males. Por fortuna, nunca olvido recomendaciones literarias o musicales (me temo que sí las más prácticas para la vida diaria) que me regala alguien en quien confío. El caso es que, estando de nuevo en Estados Unidos (en ocasiones las coincidencias son extraordinarias) encontré una edición del Mairena de hace 40 años a cargo, nada menos, que de José María Valverde, al que ya he nombrado en este blog a raíz de la extraordinaria Historia de la literatura universal que escribió con XXXX de Riquer.

No voy aquí a desgranar el contenido o a analizar la obra en ningún sentido. Simplemente reflexionar brevemente sobre cuán indicada estaría su lectura para los estudiantes en los institutos. Pero hay que ser valiente para dar ese paso, además de tener que contar con un profesor de literatura competente en disciplinas casi extinguidas como la retórica o incluso la filosofía, ambas más que sospechosas hoy día por su falta de practicidad. Y es que estamos ante de uno de aquellos libros que “hacen pensar”, como dirían los estudiantes a los que me refería. Más aún, fomenta un rico diálogo en torno a los grandes temas, del que ese profesor competente puede extraer muchísimo en beneficio de su alumnado. Las constantes referencias a otras obras y autores, los retos del pensamiento que plantea, el desafío continuo a lo establecido y aceptado... no dejan de hacerlo un libro peligroso para la comodidad del profesorado y de las autoridades educativas, que no tienen la valentía necesaria para obligar a leer más allá de clásicos que los alumnos no entenderán por su lejanía (y porque están mal elegidos principalmente) y literatura de cuarta fila, que sí entenderán… porque está a su nivel, pero no les aportará nada."

Acabo de encontrar este texto, que escribí en octubre de 2.012, y que no recordaba en absoluto. Supongo que eso indica que no es inolvidable, pero me ha hecho gracia encontrármelo y compartirlo en esta abandonada Pedantoteca, que, quiero pensar, en ocasiones hubiera sido del agrado de Juan / Antonio.

domingo, 1 de mayo de 2016

Los ojos de las mujeres

"Compadezco a los novelistas que tienen que mencionar el color de los ojos de las mujeres: hay muy poco donde elegir... Sus ojos son azules: inocencia y honestidad. Sus ojos son negros: pasión y profundidad. Sus ojos son verdes: rebeldía y celos. Sus ojos son castaños: mujer de fiar y de mucha sensatez. Sus ojos son violeta: la novela es de Raymond Chandler."

Julian Barnes, "El loro de Flaubert", recogido en "Qué vemos cuando leemos", de Peter Mendelsund.

jueves, 17 de marzo de 2016

El filósofo según Sloterdijk

"Como borderliner del ser, el filósofo se enfrenta siempre ni más ni menos que al conjunto del mundo en bloque, aunque sólo reflexione sobre el uso correcto de una palabra en una frase."

Peter Sloterdijk, "Temperaments filosòfics - De Plató a Foucault"

lunes, 29 de febrero de 2016

La renuncia según Schopenhauer

"Renuncia es, para los modernos, la palabra más difícil del mundo. Schopenhauer la gritó contra el batir de las olas."

Peter Sloterdijk, en el capítulo sobre Schopenhauer de "Temperaments filosòfics".

jueves, 18 de febrero de 2016

J.W. Goethe, "Las cuitas del joven Werther" (1774)

Cuando contemplo la limitación en la que se hallan encerradas las facultades activas e investigadoras del ser humano; cuando veo cómo toda eficiencia no tiende más que a la satisfacción de necesidades, las cuales, a su vez, no tienen otro objetivo más que prolongar nuestra pobre existencia, y que toda tranquilidad acerca de ciertas investigaciones no es más que resignada ensoñación mediante la cual pintamos las paredes que nos aprisionan con figuras de colores y luminosos paisajes... Todo esto, Wilhelm, me hace enmudecer. ¡Me vuelvo hacia mí mismo y encuentro un mundo!

domingo, 13 de diciembre de 2015

EUROPA, LA VIA ROMANA, de Rémi Brague

                         
                                     LA NATURALEZA DEL OBJETO REVELADO

       Lo que es revelado, en el cristianismo, no es un texto. En particular, no es un texto que sería en principio intraducible, por ser inimitable. Esto implica que toma una distancia respecto a otros pensamientos. Así, el Islam, sobre todo tras la solución de la crisis mutazilita con la afirmación del carácter no creado del Corán. O, también, determinadas interpretaciones fundamentalistas del principio "scriptura sola" en el protestantismo. El cristianismo no es una religión del libro. Es, ciertamente, una religión que tiene un libro, en este caso El libro, a saber, la Biblia. Ésta reúne en una indisoluble unidad el Antiguo Testamento y el Nuevo. Este último constituye una reinterpretación de la experiencia veterotestamentaria a partir del acontecimiento de Cristo.
      A pesar de todo esto, el objeto revelado no es en ningún caso el Nuevo Testamento. Ni siquiera el "mensaje", las palabras de Jesús. Es su persona entera: una personalidad humana, la libertad que anima, la acción en que se manifiesta y cuya totalidad constituye una vida. Ésta se concentra en el acontecimiento pascual, que se perpetúa en los sacramentos de la Iglesia.
       La Biblia es ciertamente palabra de Dios, pero no es la Palabra de Dios. Ésta es el Verbo encarnado y sólo él. En el cristianismo no hay un "libro de Dios". Consiguientemente, no hay lengua sagrada. Lo que se torna sagrado por la encarnación no es sino la humanidad misma. Cristo se presenta como un modo singular, único, de vivir la vida humana. La única "lengua" que sacraliza es la humanidad de todo hombre, a la que la encarnación confiere una dignidad inaudita.
       La consecuencia de todo esto es una forma de comprender la cultura. Las lenguas no son limadas y reducidas a una de ellas, supuestamente normativa. Se abren conjuntamente a un Verbo que no es ninguna de ellas. La encarnación del Verbo le hace traducirse a una infinidad de culturas: quedan abiertas las posibilidades de nuevas culturas y de nuevas traducciones, hasta el fin del mundo.
       Históricamente hablando, el nacimiento de Europa se halla directamente ligado a esta posibilidad: cuando, tras las grandes invasiones, los pueblos recién llegados solicitaron el bautismo, no se trató de pedirles que adoptasen una nueva lengua, más que para la liturgia. E incluso los misioneros venidos de Bizancio compusieron para los eslavos una liturgia en lengua vernácula. Las lenguas de los "bárbaros" fueron respetadas y consideradas dignas de acoger el Evangelio. Esto no aconteció sin resistencias por parte de los mantenedores del latín, pero el conflicto concluyó con la legitimación oficial de las lenguas vulgares mediante decisiones adoptadas al más alto nivel. Ésta se hizo patente en un esfuerzo de traducción de las Sagradas Escrituras en lengua vernácula, sobre todo allí donde ésta era muy lejana al latín: así fue, para el antiguo alemán, la concordancia de los evangelios de Otfrid, después de la traducción gótica de Wulfila; para el antiguo inglés, las traducciones del rey Alfredo el Grande; o para el eslavo, las de Cirilo y Metodio. La diversidad de las lenguas y, por tanto, de las culturas que constituye a Europa proviene de ahí. Y cabe apuntar aquí que esta política lingüística se prosiguió fuera de las fronteras de Europa cuando los misioneros que venían de ella se dedicaron a redactar gramáticas y diccionarios de las lenguas a cuyos hablantes querían evangelizar.
        Recíprocamente, nunca se trató para los cristianos de rechazar continuada o seriamente las literaturas antiguas, que sin embargo transmitían representaciones paganas. Sus obras maestras fueron conservadas, lo cual, como hemos visto, permitió esa ininterrumpida serie de "Renacimientos" que constituye la historia de la cultura europea.

                                     LA ENTRADA DE DIOS EN LA CARNE

       La idea de creación por un Dios bueno tiene como consecuencia una tesis sobre la naturaleza y la dignidad de lo sensible: las realidades sensibles son en sí buenas. Son dignas de admiración y respeto. Es su dignidad misma, y no una presunta maldad de su naturaleza, la que impone el deber de hacer buen uso de ellas. La cultura europea lleva el sello de lo que se podría llamar, exagerando un poco, la santidad de lo sensible. El cristianismo, de manera general, se ha puesto en contra de la gnosis y del maniqueísmo, del mismo lado que la corriente dominante de la filosofía antigua, representada por Alejandro de Licópolis y sobre todo por Plotino.
       Pero Plotino niega la encarnación y la salvación del cuerpo: una resurrección con el cuerpo será vana; la verdadera "resurrección" ha de ser una liberación del cuerpo. Los filósofos de la Antigüedad tardía reprocharán, así, a los cristianos su "pasión por el cuerpo". Se fundan, pues, ante todo, para afirmar la bondad del mundo, en la belleza y el orden del cosmos. El cristianismo, en cambio, se funda en la venida del Verbo de Dios en la carne de Jesús. Aquello cuya bondad se afirma es, pues, menos la naturaleza en cuanto tal, que en lo que en la naturaleza es personalizado en el cuerpo humano. La Iglesia todavía indivisa aplicó este modo de ver al afirmar, por ejemplo contra el catarismo, la bondad fundamental de la criatura, y en particular de la criatura corporal. Para el cristianismo, en general, la encarnación da a la humanidad una dignidad que es la misma de Dios. Precisa, en efecto, la idea creación a imagen de Dios afirmada en el Génesis (1, 26): lo que en el hombre es imagen de Dios no es una de sus facultades, la inteligencia, por ejemplo, lo cual lleva a hacer que varíe la humanidad del hombre en razón directa de su inteligencia y a negarla al hombre estúpido. La imagen de Dios en el hombre es su humanidad en su integralidad. Lo que en el hombre es asumido por la divinidad llega hasta la dimensión carnal de la persona: la encarnación va hasta el final, hasta lo más bajo, hasta el cuerpo. Dios ha tomado cuerpo y se dirige al cuerpo. El cuerpo humano accede así a un destino inaudito, puesto que está llamado a resucitar. Tal destino hace del cuerpo objeto de un gran respeto, del respeto que se tiene por aquello a lo que Dios se ha ligado de manera irrevocable.

 

miércoles, 14 de octubre de 2015

Marcel Proust: "En busca del tiempo perdido"

“Y ese miedo a un porvenir en que ya no nos sea dado ver y hablar a los seres queridos, cuyo trato constituye hoy nuestra más íntima alegría, aún se aumenta, en vez de disiparse, cuando pensamos que al dolor de tal privación, vendrá a añadirse otra cosa que actualmente nos parece más terrible todavía: y es que no la sentiremos como tal dolor, que nos dejará indiferentes, porque entonces nuestro yo habrá cambiado y echaremos de menos en nuestro contorno no sólo el encanto de nuestros padres, de nuestra amada, de nuestros amigos, sino también el afecto que les teníamos; y ese afecto, que hoy en día constituye parte importantísima de nuestro corazón, se desarraigará tan perfectamente que podremos recrearnos con una nueva vida que ahora sólo al imaginarla nos horroriza; será, pues, una verdadera muerte para nosotros mismos, muerte tras la que vendrá una resurrección, pero ya de un ser diferente y que no puede inspirar cariño a esas partes de mi antiguo yo condenadas a muerte. Y ellas -hasta las más ruines, como nuestro apego a las dimensiones y a la atmósfera de una habitación- son las que se asustan y respingan, con rebeldía que debe interpretarse como un modo secreto, parcial, tangible y seguro de la resistencia a la muerte, de la larga resistencia desesperada y cotidiana a la muerte fragmentaria y sucesiva, tal como se insinúa en todos los momentos de nuestra vida, arrancándonos jirones de nosotros mismos y haciendo que en la muerta carne se multipliquen las células nuevas”.

lunes, 28 de septiembre de 2015

"El príncipe feliz", de Oscar Wilde

        -Ahora que estás ciego -dijo- permaneceré a tu lado para siempre.
        -No, mi golondrinita -dijo el desdichado Píncipe-, debes partir para Egipto.
        -Permaneceré a tu lado para siempre -insistió la golondrina, y se durmió a los pies del Príncipe.
     Al siguiente día, se posó en el hombro del Príncipe y le relató todo lo que había conocido en extraños países.
     Le contó de las ibis rojas, que se alinean en largas filas en las márgenes del Nilo y pescan peces dorados con sus picos; le contó de la Esfinge, tan anciana como el mundo, que habita en el desierto y todo lo sabe; le contó de los comerciantes que caminan junto a sus camellos lentamente y en sus manos llevan rosarios de ámbar; le contó del Rey de las Montañas Lunares,que es tan negro como el ébano y adora al gran cristal; le contó de la enorme serpiente verde que duerme sobre una palmera y a quien veinte sacerdotes se encargan de dar de comer pasteles de miel; le contó de los pigmeos, que navegan sobre anchas hojas lisas en un lago enorme y siempre están en guerra con las mariposas.
         -Golondrinita querida -el Príncipe dijo- , relatas cosas maravillosas pero aún más maravilloso es cuánto los hombres sufren. Ningún misterio es más grande que la miseria. Golondrinita, vuela por la ciudad y cuéntame todo lo que veas.
      Voló entonces la golondrinita a través de la gran ciudad. Y vio a los ricos que en sus soberbios palacios se regocijaban mientras a sus puertas estaban sentados los mendigos. Voló por callecitas sombrías y vio rostros de pálidos niños que morían de hambre mientras en las calles negras los miraban con indiferencia. Había dos chiquitos acostados bajo un puente, uno abrazado al otro para darse calor.
          -¡Cuánto hambre tenemos! - se decían.
          -¡Fuera de ahí! -los increpó un guardia y debieron alejarse bajo la lluvia.
      Volvió entonces la golondrina al lado del Príncipe y le contó todo lo que había visto.
          -Estoy todo cubierto de un oro muy fino -dijo el Príncipe- , despréndelo hoja por hoja y entrégaselo a los pobres. Los hombres siempre creen que el oro puede traerles alegría.
      Hoja por hoja desprendió la golondrina el delicado oro, hasta que el Príncipe Feliz ya no tuvo ni resplandor ni belleza.
      Hoja por hoja distribuyó entre los pobres el delicado oro y las caras de los niños recuperaron color y los chiquitos rieron y jugaron por las calles.
          -¡Tenemos pan! -gritaban.
      Llegó entonces la nieve y después de la nieve el hielo. Parecían de plata las calles, tanto brillaban. Largos como puñales colgaban los carámbanos en los aleros de las casas. Toda la gente se abrigaba con pieles y los nenes lucían gorros coloridos y patinaban sobre los hielos.
      La pobre golondrinita sentía frío, cada vez más frío; y no quería dejar al Príncipe, lo amaba demasiado. Picoteaba las miguitas en la entrada de la panadería cuando nadie la veía y luego intentaba calentarse agitando sus alas.
      Pero, finalmente, comprendió que iba a morir. Aún tuvo fuerzas para volar hacia el hombro del Príncipe.
          -¡Adiós, querido! -musitó- ¿Me dejas besar tu mano?
          -Golondrinita, me alegro porque al fin partes a Egipto -le dijo el Príncipe- . Has estado aquí demasiado tiempo. Mas bésame en la boca, porque te quiero tanto.
          -No parto hacia Egipto -respondió la golondrina- . Voy hacia la casa de la Muerte. ¿Es hermana del Sueño la Muerte, no?
      Besó al Príncipe Feliz en la boca y cayó a sus pies muerta.
      En ese mismo momento resonó en el interior de la estatua un crujido, como si algo se hubiese quebrado en ella. El corazón de plomo se había roto. Indudablemente hacía un terrible frío.
      A la siguiente mañana, salió el alcalde a pasear por la plaza con los concejales de la ciudad.
      Al pasar junto a la columna, levantó su vista hacia la estatua.
          -¡Vaya-dijo- , qué aspecto tan desaliñado tiene el Príncipe Feliz!
          -¡Absolutamente desaliñado! -corearon los concejales, que siempre sostenían la misma opinión que el alcalde. Y todos subieron a examinarlo.
          -Se ha caído el rubí de la espada, han desaparecido sus ojos y ya no es dorado -el alcalde dijo- . En una palabra: un mendigo.
          -¡Un mendigo! -corearon los concejales.
          -Y hay un pájaro muerto a sus pies -continuó el alcalde- . Será necesario promulgar una ley que prohiba a los pájaros venir aquí a morir.
      Y el secretario anotó la idea.
      Así mandaron derribar la estatua del Príncipe Feliz.
          -Como ya no es hermoso, no sirve de nada -explicó el Profesor de Estética de la Universidad.
      Luego fundieron la estatua y el Alcalde reunió al municipio para decidir qué se haría con el metal.
          -Podríamos -propuso- , construir otra estatua. Por ejemplo, la mía.
          -O la mía -coreó cada uno de los concejales.
      Y comenzaron a discutir. La última vez que los escuché continuaban discutiendo.
          -¡Qué asunto más extraño! -se dijo el encargado de la fundición- . El corazón de plomo no quiere fundirse, habrá que arrojarlo a la basura.
      Y lo tiraron en el basurero donde yacía la golondrina muerta.
          -Trae las dos cosas más valiosas de la ciudad- le dijo Dios a uno de sus ángeles.
      Y ese ángel le llevó el corazón de plomo y el ave muerta.
          -Has elegido correctamente- dijo Dios- , ya que en mi jardín del Paraíso este pajarito cantará eternamente y en mi ciudad dorada el Príncipe Feliz me alabará.
 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Feynman y los poetas

Los poetas dicen que la ciencia anula la belleza de las estrellas, simples esferas de átomos de gas. Yo también puedo ver y sentir las estrellas en las noches del desierto, ¿pero veo más o menos que ellos? La inmensidad del cielo ensancha mi imaginación; atrapado en este carrusel, mis pequeños ojos captan luz de un millón de años de antigüedad, una enorme estructura de la que formo parte. ¿Cuál es su patrón, cuál es su porqué? El misterio no sufre cuando revelamos algo de él, porque la realidad es mucho más maravillosa que lo que cualquier artista del pasado pudo haber imaginado. ¿Por qué los poetas del presente no le cantan a ella? ¿Qué tipo de personas son unos poetas que hablan de Júpiter como si fuera un hombre, pero si es una inmensa esfera giratoria de amoniaco y metano permanecen mudos?

Richard Feynman, "The Feynman Lectures on Physics" 

lunes, 10 de agosto de 2015

RÉMI BRAGUE: EUROPA, LA VIA ROMANA


¿Se puede hablar de un humanismo musulmán? La cuestión es discutida, tanto más cuanto que la palabra misma se halla lejos de ser unívoca. Intentemos introducir un poco de claridad.
     a) Cabe entender por "humanismo" el intento de crear un mundo fundado en la exclusiva consideración del hombre y en él dejar fuera a Dios, en el sentido en el que el inglés moderno "humanist" es una forma de "ateo". En este sentido es claro que un humanismo musulmán es contradictorio, como lo es un humanismo cristiano.
      b) Si se entiende por éste el amor a las letras, cabe encontrar en el mundo árabe una época en que se reunieron las condiciones sociales necesarias para la emergencia de un humanismo: un público de doctos refinados, el gusto por la cultura general, ante todo literaria, etc, y en que tales condiciones dieron frutos perfectamente comparables con los de Europa. Buenos conocedores de él han podido así proponer que se denomine "humanistas" a ciertos rasgos del mundo musulmán.
       c) Se puede llamar "humanismo" a la valoración del hombre, al que se supone situado en la cima de la naturaleza o, para las religiones, de la creación. Se halla en el mundo islámico, igual que en muchas tradiciones culturales anteriores o paralelas, una afirmación de valor excepcional del hombre, y hasta una teoría del "hombre perfecto", el único digno del lugar supremo. Se puede hablar de un humanismo en el pensamiento árabe. Pero, si bien quienes lo mantienen se expresan en árabe, éste es de fuente oriental, iraniana o antigua. Y ¿cabe considerar que los autores a menudo sospechosos que lo profesan, como "Jâbir" o Râzi, lo han sacado de la religión musulmana? Le acontece, por ejemplo, a Averroes dar a entender que las legislaciones religiosas ("divinas") han de ser apreciadas según su conformidad con las "leyes humanas", es decir, con las reglas que definen qué régimen es conforme al fin último del hombre, tal y como lo determina la filosofía y sólo ella. Da la vuelta así de modo espectacular al punto de vista según el cual las leyes humanas deben, por el contrario, dejarse regular por la ley divina. Este "humanismo", ¿lo es de un buen musulmán?
       d) La cuestión se vuelve ardua e interesante, con dos condiciones: es preciso, por una parte, que la palabra "humanismo" designe un intento de conceder al hombre, frente a aquello que no es él, (incluido Dios), un estatuto de interlocutor autónomo, una dignidad que le permita entrar en una relación libre con sus otros; y es necesario, por otra parte, que se entienda por "Islam" no una cultura, sino una religión que es tal como se expresa en sus documentos normativos. Pues bien, los hombres de ciencia que niegan la existencia de este género de humanismo fuera del judaísmo y el cristianismo no están faltos de autoridad.
        Cabe, en efecto, invocar las diferencias en el plano de los orígenes de la humanidad y de la acción de Dios para con ella. Así, en el Antiguo Testamento, es Adán el que nombra a las cosas a las que Dios no ha nombrado, en particular a los animales. Dios corre con ello el riesgo de tener que aprender algo del hombre y confirma las decisiones de éste, dejándole así obrar como legislador. En el Corán es Dios, por el contrario, quien da nombre a todas las cosas y enseña los nombres de ellas a Adán. Y en el cristianismo la idea de encarnación confiere a la humanidad una dignidad única.
          Sin querer profundizar en este vasto debate, es interesante observar que la diferencia, acaso central, entre el humanismo europeo y lo que se le parece en el mundo árabe es una consecuencia de la naturaleza de los textos antiguos que han sido transmitidos al uno y al otro. La literatura antigua, en lo que tenía de propiamente "literario", es decir, la poesía épica, trágica y lírica, no ha llegado al mundo árabe - a diferencia de la filosofía y las ciencias antiguas - . Pues bien, es justamente esta literatura la que transmitía algo semejante a una concepción antigua del hombre, con los modelos de su posible excelencia en su afirmación con relación a los dioses, a la naturaleza, a la ciudad, etc. El mundo árabe no tuvo, pues, que afrontar por derecho la competencia de una concepción global del hombre anterior al Islam: la idea que los árabes de la "ignorancia" (gahiliyya) se hacían de la excelencia humana no tenía talla frente a la gravedad del Corán, y los textos filosóficos y científicos traducidos después no expresaban la concepción pagana del hombre más que en una forma muy atenuada. El mundo cristiano, en cambio, hubo de medirse con un paganismo más vigoroso: el neoplatonismo anticristiano de Porfirio o de Proclo, que no había sido expurgado como lo fueron los textos neoplatónicos traducidos al árabe, y sobre todo los trágicos griegos, verdaderos adversarios de la santidad cristiana. El cristianismo hubo, pues, de generar anticuerpos más poderosos.

                                         

jueves, 6 de agosto de 2015

Dios y el hombre según Edward O. Wilson

"El hombre, ¿fue hecho a la imagen de Dios, o fue hecho Dios a la imagen del hombre? Aquí radica la diferencia entre la religión y el laicismo basado en la ciencia."

Edward O. Wilson, "La conquista social de la tierra",´pág. 297.

lunes, 11 de mayo de 2015

Julio Cortázar: "Rayuela"

Puede ser que haya otro mundo dentro de éste, pero no lo encontraremos recortando su silueta en el tumulto fabuloso de los días y las vidas, no lo encontraremos ni en la atrofia ni en la hipertrofia. Ese mundo no existe, hay que crearlo como el fénix. Ese mundo existe en éste, pero como el agua existe en el oxígeno y el hidrógeno, o como en las páginas 78, 457, 3, 271, 688, 75 y 456 del diccionario de la Academia Española está lo necesario para escribir un cierto endecasílabo de Garcilaso. Digamos que el mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendamos generarla. ¿A quién le importa un diccionario por el diccionario mismo? Si de delicadas alquimias, ósmosis y mezclas de simples surge por fin Beatriz a orillas del río, ¿cómo no sospechar maravilladamente lo que a su vez podría nacer de ella? Qué inútil tarea la del hombre, peluquero de si mismo, repitiendo hasta la náusea el recorte quincenal, tendiendo la misma mesa, rehaciendo la misma cosa, comprando el mismo diario, aplicando los mismos principios a las mismas coyunturas. Puede ser que haya un reino milenario, pero si alguna vez llegamos a él, si somos él, ya no se llamará así.

domingo, 5 de abril de 2015

Dante: Infierno

"Nel mezzo del cammin di nostra vita        A mitad del camino de la vida
mi ritrovai per una selva oscura                yo me encontraba en una selva oscura,
che la diritta via era smarrita.                    con la senda derecha ya perdida.

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura        ¡Ah, pues decir cuál era es cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte            esta selva salvaje, áspera y fuerte
che nel pensier rinova la paura!                 que en el pensar renueva la pavura!

Tant'è amara che poco è piú morte;           Es tan amarga que algo más es muerte;
ma per trattar del ben ch'i' vi trovai,          mas por tratar del bien que allí encontré
dirò de l'altre cose ch'i' v'ho scorte.           diré de cuanto allá me cupo en suerte.

Io non so ben ridir com'i' v'entrai,             Repetir no sabría cómo entré,
tant'era pien di sonno a quel punto            pues me vencía el sueño el mismo día
che la veracce via abbandonai.                  el que el veraz camino abandoné.

Ma poi ch'i' fui al piè d'un colle giunto,    Mas al llegar al cerro que subía
là dove terminava quella valle                   allí donde aquel valle terminaba
che m'avea di paurail cor compunto,         que con pavor mi alma confundía,

guardai in alto, e vidi le sue spalle            al mirar a la cumbre, vi que estaba
vestite già de' raggi del pianeta                 vestida de los rayos del planeta
che mena dritto altrui per ogne calle.        que el buen camino a todos señalaba."

Dante, Divina comedia, I, v. 1-18 (traducción de Ángel Crespo)